He
visto a la verdadera dueña de la casa.
Es una
señora mayor. Sabía que existía esa caja, pero nunca llegó a abrirla.
Me ha
contado que su padre estuvo en el ejército republicano durante la Guerra Civil.
Estaba destinado al frente de Madrid y le enviaron a casa de permiso después de
no sé qué batalla. Durante los permisos iba mucho al hotel Metropol, dice que
en aquella época ese hotel estaba lleno de extranjeros, pero también de
militares españoles de la República.
El
padre de esta señora se hizo muy amigo de un tipo ruso que alguna vez fue a su
casa a comer porque estaba solo en Valencia. Dice que su padre era de los pocos
que hablaba inglés y que por eso le cogió mucho afecto.
Este
señor le dejó a su padre la caja metálica, le dijo que tenía que irse unos
días, pero pasaría a recogerla antes de volver a su país. La cosa es que el
padre tuvo que volver al frente y el señor ruso nunca fue a buscarla.
Después
de la guerra escondieron muchas cosas de su padre en un sótano. Supone que la
caja también. No sabe cómo llegó al armario de la bodega, dice que ni se
acordaba de ella, hasta que llegué yo como una cotilla a husmear cosas que no
me pertenecen.
No ha
sabido decirme más, pero ahora también le intriga eso de la caja. Me ha
permitido que siga investigando sobre quién era el ruso y que si hay algo de su
padre le gustaría conservarlo.
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